domingo, 11 de julio de 2010

Capitulo Uno: El encuentro

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Mi garganta estaba en llamas, tenía que cazar algo urgente antes de que se me fuera de las manos.

Empecé a correr en mi estado humano, se me había hecho costumbre cazar así. Me concentré en el ruido de las pisadas que provenían del sector norte de donde yo me encontraba; me dejé llevar por mi instinto y el olor. Me deslicé como una fiera hacia el prado donde fluía el agua, era un lago. Ahí yacía una manada de alces bebiendo de él. Mi cuerpo cambió su postura hasta agazaparme, lista para saltar. Pude ver un ciervo macho en el interior del bosque. Me dejé llevar a la deriva. Sólo quedaban unos treinta metros; dos o tres saltos para ser exacta.

Con un pequeño impulso, volé por el aire y aterrice justo a su lado. Mis dientes buscaron deseosos su garganta y su resistencia no servia de mucho. Encontré con facilidad el punto donde se encontraba la vena. El sabor no era muy bueno, prefería un oso... o talvez un puma. Pero al fin y al cabo me llenaba fácilmente.

Al terminar de cazar, retomé el camino. Hacía ya un día que me encontraba en Forks. Me pareció la forma más precisa de encontrar a mi familia, o por lo menos a los que quedaban de ella, y después continuar con mi padre.

Fui por la carretera, no tenía idea de dónde quedaba el territorio Quileute, y esperé que hubiera alguna instrucción de cómo llegar. Caminé lentamente a través de ramas del bosque, Pero algo había cambiado. Todo estaba calmado. No había ruidos, ni respiración de animales... Esto definitivamente no era algo normal.

Me centre en agudizar mis oídos, sabia que ya no gozaba de la soledad. Se me erizaron los pelos, y acto seguido mi cuerpo empezó a temblar, una oleada de fuego recorrió la columna, la quemazón fluyó por todo mi cuerpo. El cambio de fase era demasiado fácil, y más cuando me encontraba a la defensiva.

Empecé a olfatear, para asegurar su posición, pero no lo encontraba. Estaba por todos lados.

Se oyó el crujir de unas ramas.

Mis músculos se tensaron, quedando completamente en posición de ataque. Las pisadas siguieron aumentando y mis nervios ya estallaban. No podía quedarme ahí sin hacer nada, miles de ideas se cruzaron por mi mente, ¿Serian vampiros?, no lo creo… ya me hubieran atacado. Pero entonces, ¿Qué demonios era?

Tenía miedo. Pánico. Nunca había luchado, no sabía como hacerlo. Además si era más de uno, yo no tenía posibilidad. Yo no quiero lastimar a nadie, no era capaz. Yo no quería luchar, y solo había una opción de salvarme. Correr.

Tome aire y salí rápidamente, no tenia idea de cómo estaba corriendo. No sentía las piernas, pero mi cuerpo ya estaba actuando sin siquiera pensar. No estaba controlada.

Noté que me seguían, lo que de pronto me puso alerta de nuevo. Entonces, todo pasó muy rápido. Un golpe hizo que perdiera toda estabilidad alguna.

Choque contra un árbol. Trate de levantarme, pero no podía, mis piernas no me respondían. ¿Acaso serviría de algo luchar?, no, sólo prolongaría lo inevitable. Moriría. De cualquier forma me acabarían.

Dos vampiros, y cinco lobos me tenían acorralada, no tenia escapatoria. Cerré los ojos esperando a que me atacaran, pensando… en mi abuela, le iba a fallar por cobarde, en mi madre, ¿ahora me encontraría con ella?

-Alen, ¿hay alguna forma de que puedas volver a tu estado humano?- hablo el vampiro macho, sacándome de todos mis pensamientos. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Qué diferencia había si cambiaba de fase? -Solo queremos dialogar pacíficamente.

Traté de concentrarme para volver a mi estado humano, no era fácil en estas circunstancias, no entendía que pretendía el vampiro… ¿Podía confiar en é?, ¿O acaso quería verme más indefensa?

-Por favor -Susurre ya en mi forma humana -Me quiero ir.

-Dinos Alen, ¿Qué te trae por nuestras tierras?-Dude en contestarle, ¿Por qué me trataba de esa forma tan correcta?

-Vine en busca de una tribu vecina- No me anime decirle el nombre, no sabia si los quileutes tenían defensores como era mi abuelo, asíque decidí no arriesgarme.

-Jacob, creo que esto es cosa tuya, nosotros no podemos meternos- Inquirió el vampiro a uno de los lobos, este se sacudió en forma negativa.-Vino a buscarlos.- ¿Vino a buscarlos?, ¿De que esta hablando? De repente, el enorme lobo rojizo se escabullo por los árboles, ¿se había marchado?, no... Sentía su olor. Luego de unos segundos un hombre de tez oscura salía de los escombros, volvía en su forma humana.

-Vayamos al punto, ¿Qué demonios quieres? -Hablo el supuesto Jacob.

-Jacob trátala bien -Hablo por primera vez la vampira hembra.

-Por dios Bella, está en nuestro territorio, no es tan santa como parece -Gruñí. Yo no vine a hacerle daño a nadie, pero no iba a permitir que me tratara mal -¿Ves?-

-Jacob, no puedes hacerle nada, ella es una de ustedes… ¿Y su supuesta hermandad?- Hablo el vampiro.

-Ella no es Quileute.-

-¿Quileute? -Repetí anonadada.

-Jacob ella es una de ustedes, su abuelo era un Quileute.-

-¿De que estás hablando Edward?-

-¿Cómo sabes que mi abuelo era Quileute?-Le pregunte al vampiro.

-¿Quién es tu abuelo?- Me interrumpió Jacob, ignorando olímpicamente mi pregunta. Ya estaba empezando a irritarme.

-Mi abuelo es Arihuá Atarea, mi abuela Abarí me dijo que podía encontrar aquí a los quileutes. En estos sectores.

-¿Atarea?-Pregunto curioso, yo solo me limite a asentir.

-Creo que deberíamos llevarla con los ancianos.

-¿Con quien?, no, no, por favor, yo me voy. No quise molestar a nadie...-

-No tengas miedo, nosotros somos quileutes. Te vamos a llevar con los ansíanos de la tribu, talvez puedas hablar con ellos.



viernes, 9 de julio de 2010

PREFACIO

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Otro día lluvioso en el poblado de Forks, ¿Qué más podría de esperar del sitio más frío de todo Estados Unidos?

Al compás de las tonadas de la vieja y ya gastada guitarra en mi mente comenzó a sentirse mi voz susurrar algunas palabras sin sentido, la melodía era hermosa, pero no conseguía la letra perfecta para ella.

Parecía la de una triste historia de amor, pese a que ninguna de las personas que la escucharon coordinó con mi pensamiento, me resigne a pensar que era solo por mi condición anímica.

Mi padre un vampiro, mi madre una simple humana. Aparir de los siete años, aparentando de 16 mi cuerpo empezó a cambiar. Mis sentidos se perfeccionaron y mi belleza fue extraordinaria junto a mi cuerpo.

Siempre supe de lo que era. Pero nunca me imagine que mi vida iría a cambiar tanto.

Mi madre, murió al darme aluz, ya que mi crecimiento era muy avanzado y su cuerpo no estaba en condiciones en soportar a una semivampira dentro de élla. Mi padre nos había abandonado, Y yo había quedado en cuidado de mi abuela, Abarí.

Mi abuela, sabía perfectamente la clase de moustró que yo era, pero decidió criarme igual.

Mi vida era demasiado monótona, mi abuela cazaba por mi en mis primeros años, luego yo iba en busca de comida, después descubrí que también podría alimentarme por comida humana, aunque no me satisfacía como la sangre.

Una noche, una fiebre se apodero de mi, algo inusual ya que yo nunca me había enfermado y gozaba de una perfecta salud.

Llegue alcanzar el 45º una temperatura extraña e inusual. ¿Qué me estaba pasando?, mas tarde ese día, a la primera luna de julio una bestia salio de mi, Mi agilidad había cambiado mi cuerpo, mis pensamientos. Ya no era una simple semivampira, según mi abuela, una nueva raza, era una licantropa.

No podía entenderlo, ¿Cómo era posible?, Los vampiros son los enemigos naturales de los licántropos, y yo soy ambas aborraciones de la naturaleza, una equivocación.

Mi abuela me contó lentamente lo que estaba pasando, mi abuelo, Arihuá Atarea era un protector de la Push, nuestra tribu vecina, Los Quileutes.

Logre vivir con eso, con la ayuda de mi abuela todo era posible, por más que ella sea humana, la encontraba mas fuerte que yo, en el sentido más literal de la palabra.

Aunque una noche, todo cambió. Mi abuela murió producto de la vejez. Y yo me quede sola con un propósito en mi vida. Encontrar a mi padre

 
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